Polo y el desafío del servicio público


Cada vez que pienso en mi pueblo, Polo, me invade una mezcla de nostalgia y preocupación. Nuestros centros de servicios públicos carecen, en muchos casos, de profesionales capaces de ofrecer la calidad que la ciudadanía merece. He observado con pesar que muchos jóvenes no quieren formarse, aspiran a cobrar sin trabajar y entienden que el Estado es un botín del cual debemos servirnos, y no un espacio donde debemos servir.

La falta de continuidad en las obras sociales es otro mal que arrastramos: se detienen o se abandonan simplemente porque fueron iniciadas por un gobierno distinto, como si las necesidades de la gente pudieran esperar la voluntad de la política.

En los lugares de trabajo de nuestra comunidad se ve a diario a personas buscando empleo. Sin embargo, también es evidente que muchos de los que logran obtener un puesto no quieren asumir la responsabilidad que este conlleva. No se enfocan en dar un servicio eficiente, sino en asegurar una “botella” que les resuelva la vida. Y mientras tanto, hay otros que sí cuentan con la preparación y el deseo genuino de trabajar, de aportar y de dar lo mejor de sí, pero no encuentran la oportunidad.

En Polo, como en muchas otras comunidades, todavía existen empleados que cobran sin presentarse, que pagan a terceros para cubrirles el trabajo. Esa práctica no solo es irresponsable, es también un irrespeto a la ciudadanía que merece recibir un servicio de calidad.

Señores: si usted no quiere su trabajo, sencillamente déjelo. Y en el peor de los casos, que lo cancelen. El servicio público no se trata de política ni de quién es familia de quién. Todos aspiramos a recibir servicios dignos y eficientes, pero pocos están dispuestos a asumir lo que eso implica: compromiso, disciplina, esfuerzo y dedicación.

Sin embargo, aún hay esperanza. Polo cuenta con jóvenes valiosos, con hombres y mujeres que tienen el talento y la vocación de servicio para transformar la realidad. Es hora de motivar a nuestros estudiantes a formarse no solo en educación, sino también en áreas tan esenciales como la salud, la administración pública, la tecnología y la gestión social. Es hora de que quienes ocupan cargos los asuman con responsabilidad y orgullo, entendiendo que servir a la comunidad es un honor, no un privilegio personal.

El futuro de Polo no depende únicamente de los gobiernos, sino también de nosotros mismos. Si asumimos el compromiso, la disciplina y la preparación, podremos construir el pueblo digno, justo y eficiente que todos merecemos..-

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